Cocaína

Dependencia física o psicológica de cualquier sustancia, hábito o actividad que se vuelve recurrente y compulsiva, e interfiere con la vida normal de una persona.

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    La cocaína es un alcaloide contenido en las hojas del arbusto <<Erythroxylon coca>> siendo químicamente un derivado de la latropina. Es un estimulante cerebral extremadamente potente, de efectos similares a la anfetaminas. Además, es un enérgico vasoconstrictor y anestésico local, siendo absorbido por las mucosas nasales cuando se aspira, se metaboliza en el hígado y se elimina por la orina.

    El consumo de la hoja de coca mascada es ancestral en ciertas partes de Latinoamérica, sin embargo, su efecto sobre el Sistema Nervioso Central es menor que el de la cocaína, a pesar de que provoca síntomas de abstinencia similares al de la cocaína, incluidas lesiones cerebrales en masticadores frecuentes.

    La cocaína es una droga extremadamente adictiva. En las últimas décadas ha existido un enorme incremento en la cantidad de personas adictas a la cocaína, resaltándose como dato significativo la adicción simultánea a otras sustancias. La mayoría de los consumidores de cocaína son también consumidores de otras sustancias, fundamentalmente alcohol, tabaco y cannabis, pero también anfetaminas, éxtasis, benzodiazepinas y alucinógenos.

    Las consecuencias de su consumo son complejas, involucrando daños de muy diversa índole: neurológicos, psicológicos, fisiológicos, sociales, familiares, medioambientales, etc. Los  factores familiares, sociales, laborales y ambientales van a determinar su consumo. El consumo de cocaína «para experimentar», según las investigaciones en varios países, se asocia con factores comunes al consumo de drogas, como:

    • Alta accesibilidad
    • Baja percepción de riesgo
    • Presión de pares o del grupo de iguales
    • Pobre control conductual
    • Baja adherencia escolar

    A comienzos del siglo XX comienza a consumirse por aspiración nasal. En esta época, eran poco conocidos sus efectos perjudiciales por lo que estaba presente en las fórmulas de bebidas, jarabe contra la tos, lociones capilares y cigarrillos. En 1909 existían en Estados Unidos más de 70 bebidas registradas con componentes de cocaína. Los estudios del uso de cocaína comenzaron con Freud, al que siguieron Hemmond y Bose, los cuales encontraron sintomatología aguda y crónica en el consumo. En la década de 1980, los experimentos sobre patrones de consumo y cantidades, certificaron sus efectos sobre la adrenalina, muy relacionada con la agresividad. El consumo de esta sustancia se relaciona estrechamente con hechos delictivos y con violencia.

    La cocaína estimula el sistema nervioso central, actuando directamente sobre el cerebro: la dopamina y sus receptores, en particular el D2, así como el transportador de dopamina, son importantes para la instalación y mantenimiento del consumo de cocaína, ya que actúan en el sistema de recompensa cerebral. En la recaída, se ha estudiado ampliamente y se ha demostrado que el glutamato cumple una función muy importante. Sus efectos fisiológicos inmediatos son: sudoración, aumento de la potencia muscular, midriasis, incremento de la actividad cardiaca y presión sanguínea, dilatación de los vasos sanguíneos periféricos, convulsiones, aumento en el ritmo respiratorio y de la temperatura corporal. Sus efectos psíquicos incluyen euforia, inestabilidad, aumento de la comunicación verbal y de la seguridad en uno mismo, inquietud, anorexia, insomnio e hipomanía.

    Los consumidores suelen presentar personalidades inseguras e inestables que desarrollan una rápida dependencia psicológica debido al apoyo en el estímulo del tóxico. En vez de tratar este déficit patológico con tratamiento psicológico, antidepresivos o fármacos estabilizadores del ánimo, la persona recurre a una vía aparentemente rápida utilizando la droga. Esta opción «rápida»,  da lugar a la tolerancia de la sustancia y a la necesidad de mayores dosis para alcanzar iguales resultados que en inicio del consumo.

    EFECTOS DEL CONSUMO DE COCAINA EN UN CONSUMIDOR HABITUAL

    • Alteración en el volumen de la materia gris cerebral: hipertrofia del núcleo caudado y de la corteza cerebral orbitofrontal
    • Degradación de las vías de conexión neuronales de la atención
    • Dificultad para controlar comportamientos automáticos e impulsivos, así como para inhibir conductas inadecuadas
    • Dificultad para la toma de decisiones
    • Disminución de las interacciones sociales o aislamiento interpersonal
    • Trastornos de ansiedad
    • Trastornos depresivos: con sentimientos de fracaso, decepción, castigo, culpa y autocrítica
    • Agresividad
    • Cambios bruscos de humor
    • Relaciones violentas en la familia (violencia psicológica, física, sexual)
    • Conductas y movimientos repetitivos
    • Disminución de la sensibilidad a sensaciones agradables
    • Inquietud psicomotora. Hiperactividad e impulsividad
    • Anhedonía o imposibilidad de sentir placer de forma natural ante la falta de la sustancia: sexo, deporte, comida, etc.
    • Ideación paranoide
    • Fobias o terror desmedido
    • Episodios psicóticos transitorios y/o alteraciones en la percepción
    • Amnesia
    • Estupor
    • Alteraciones cardiovasculares: arritmias, dolor torácico, infarto miocárdico, insuficiencia respiratoria, etc.
    • Afecciones vasculares cerebrales
    • Trastorno del control de los impulsos
    • Insuficiencia respiratoria
    • Cefaleas
    • Anorexia y desnutrición
    • Consumo por vía nasal: epistaxis, perforación del tabique nasal, pérdida de olfato, disfonía.
    • Anosmia
    • Bruxismo
    • Disfunción en la deglución
    • Isquemia intestinal
    • Infecciones virales: VIH y Hepatitis
    • Infecciones bacterianas
    • Predisposición a la Neumonía Adquirida en la Comunidad -NAC
    • Predisposición a las Infecciones en las vías respiratorias superiores como sinusitis

    Cocaína y desarrollo embrio-fetal

    El uso de cocaína (así como otras drogas), es altamente susceptible de producir daños irreparables en recién nacidos, cuyas madres mantuvieron el consumo antes y/o durante el embarazo.

    Durante el embarazo, la respuesta sistémica a la cocaína entraña efectos cardiovasculares (vasoconstricción, hipertensión y taquicardia), que favorecen la contracción de las arterias umbilicales, insuficiencia placentaria y restricción del crecimiento uterino (RCIU). Existe así mismo predisposición para el desprendimiento placentario, y riesgo de aborto espontáneo.

    Como la cocaína atraviesa la placenta y la barrera hematoencefálica, el feto sufre de taquicardia fetal, disminución de la variabilidad del latido e hipertensión. También se verá afectado su desarrollo neurológico y con probabilidad nacerá con síndrome de abstinencia a la cocaína.

    Los efectos de la exposición prenatal a la cocaína, de forma muy resumida, dan lugar al nacimiento prematuro de neonatos insuficientemente desarrollados, con bajo peso, diámetro craneal inferior y menor longitud que los nacidos a término. En algunos casos se observan malformaciones congénitas. Estos recién nacidos presentarán retrasos madurativos neurológicos y alteraciones a largo plazo en el circuito del aprendizaje, atención, inhibición y lenguaje. A lo largo de su vida se evidenciará un déficit de atención y concentración, problemas de comportamiento y de aprendizaje entre otros.

    Sumado a lo anterior, se conoce que las madres adictas a la cocaína suelen abusar de otra u otras sustancias, como el alcohol.

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