TRASTORNOS DEL SUEÑO

La importancia de dormir bien.

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    El sueño es una necesidad biológica. Actualmente es considerado como un proceso psicofisiológico de vital importancia para la salud integral de los seres humanos. Aparece cada 24 horas en alternancia con el otro estado de conciencia básico que es la vigilia.

    Las necesidades de sueño varían y como norma, disminuyen con la edad. En rasgos generales, un recién nacido duerme unas 16 horas al día, el lactante entre 12 y 14 horas, entre los 3 y 5 años la media son 11 horas de sueño, a los 9-10 años unas 10 horas y en la edad adulta la mayoría de la población lo hará entre 7 y 9 horas cada noche. Con la senectud, algunos adultos reducen aún más las horas de sueño.

    El sueño cumple varias funciones muy importantes:

    Restauradora:

    Tiene una función homeostática cuyo objetivo es mantener el equilibrio interno, restableciendo la energía, regulando la actividad eléctrica cortical, la función metabólica, la función endocrina, el metabolismo de carbohidratos y la temperatura corporal, entre otros. La estructura cerebral que realiza las funciones de centro controlador homeostático se encuentra en el hipotálamo.

    Higiénica:

    Elimina radicales libres acumulados durante el día, así como los desechos del metabolismo que se han acumulado como resultado de nuestra actividad neuronal diaria. Esta limpieza se realiza mediante el sistema glinfático, que es una vía de limpieza de desechos del sistema nervioso central: cerebro y médula espinal. Si este sistema no funciona correctamente, tendrá implicaciones importantes en una amplia variedad de enfermedades.

    Neuronal:

    Mediante la homeostasis sináptica, el sueño juega un papel central en la formación de nuevas conexiones neuronales y en la poda sináptica de las antiguas.

    Inmunológica:

    El sueño equilibra el correcto funcionamiento del sistema inmune.

    Cognitiva:

    Es esencial en la formación y consolidación de recuerdos, en el mantenimiento de la memoria y cumple un papel esencial en el aprendizaje.

    Las evidencias científicas establecen que las alteraciones del sueño están implicadas en los siguientes trastornos y enfermedades:

    • Trastornos psicológicos y enfermedades mentales
    • Disminución de la competencia psicosocial y la calidad de vida
    • Alteración de las funciones cognoscitivas: aprendizaje, memoria, atención, concentración, planificación, toma de decisiones, resolución de problemas o lenguaje, entre otras.
    • Alteración de la función cardiovascular
    • Alteración del sistema inmune
    • Enfermedades gastrointestinales
    • Enfermedades crónicas
    • Disminución de las habilidades motoras

    QUÉ SON

    Los trastornos del sueño constituyen un grupo muy numeroso y variado de patologías que afectan a la cantidad del sueño, a la calidad del mismo y al ciclo sueño-vigilia, que es el ritmo circadiano más importante en mamíferos.

    La mayoría de patologías del sueño muestran una gran relación entre factores orgánicos y psicológicos. Los problemas psicológicos se transforman en trastornos del sueño al afectar el equilibrio neuronal y fisiológico, así como también, los problemas orgánicos del sueño afectan la salud psicológica al modificar el estado de ánimo y la conducta durante la vigilia. La magnitud de la relación es tal, que, a pesar que la causa del trastorno sea estrictamente orgánica, tanto el condicionamiento como los factores de aprendizaje posteriores, influyen directamente en la forma en que se manifestará en la persona.

    Los trastornos del sueño son por tanto, un indicador clínico de la presencia de trastornos psicológicos y afecciones médicas o neurológicas. Estos trastornos afectan significativamente al estado de ánimo y psicológico, al rendimiento cognitivo, al estado físico, a la realización de las actividades cotidianas y las relaciones sociales y por ende, suponen una alteración de la calidad de vida previa en la persona que los sufre.

    Cuando no dormimos lo suficiente, ni de la manera adecuada, quizá estemos dañando irreparablemente nuestro cerebro, envejeciéndolo prematuramente, o haciéndolo más vulnerable a daños futuros.

    SUEÑO Y MUJER

    En este apartado queremos hacer una breve mención a las características especiales del sueño durante la menstruación, durante el embarazo y durante el periodo de menopausia en las mujeres. Estas características no son patológicas ni suponen ningún trastorno, sino que son normales teniendo en cuenta los cambios hormonales, fisiológicos, emocionales y contextuales que suceden en cada etapa.

    1 Menstruación

    Las distintas fases del ciclo menstrual provocan diversos cambios en los patrones de sueño. Las experiencias varían durante el ciclo menstrual y de una mujer a otra.

    Las fluctuaciones de las hormonas lutropina, progesterona, estrógenos y prostaglandinas, además de las alteraciones en los niveles del neurotransmisor serotonina,  son los principales protagonistas de los problemas del sueño tanto en los días previos como durante la menstruación.

    No obstante, los síntomas premenstruales y otros factores asociados también van a jugar un papel importante en las alteraciones del sueño en esta fase del ciclo sexual femenino.

    Algunos de los síntomas premenstruales más comunes son:

    El síndrome premenstrual es el período de tiempo que abarca entre 5 a 11 días anteriores a la menstruación y da lugar a un amplio rango de síntomas emocionales y físicos. Estos síntomas presentan diferente variabilidad, frecuencia e intensidad en cada mujer. En algunas mujeres estos síntomas pueden comenzar en la fase de ovulación y no desaparecer hasta unos días después del comienzo de la menstruación.

     La variabilidad sintomática incluye tanto los cambios fisiológicos y emocionales que preparan a la mujer para el embarazo, como los cambios fisiológicos y emocionales adecuados para la eliminación del óvulo si no ha existido fecundación.

    • Dolor de cabeza
    • Menor tolerancia y mayor sensibilidad a los sonidos, olores y al dolor
    • Aumento de la sensibilidad en las mamas
    • Estreñimiento / diarrea
    • Hinchazón y/o inflamación
    • Calambres y dolor abdominal (cólicos abdominales o dismenorrea)

    • Aumento del apetito y del deseo de alimentos calóricos
    • Irritabilidad
    • Inquietud
    • Sentimientos de tristeza
    • Sentimientos de desesperanza
    • Baja autoestima
    • Dificultades de concentración


    Otros factores asociados que influyen en la calidad del sueño durante la menstruación son:

    • Percepción cultural y familiar de la menstruación
    • Estilo de vida
    • Medio ambiente
    • Dieta y nutrición

    • Estado de ánimo
    • Estrés
    • Condiciones psicológicas experimentadas durante el mes previo
    • Medicamentos


    Los síntomas premenstruales van a provocar cambios en  los patrones de sueño, como mayor dificultad para conciliar y mantener el sueño, mayor número de despertares y un descenso de la proporción de sueño REM, lo que suele generar un sueño de mala calidad.

    Durante la menstruación, principalmente en su inicio, se suele manifestar mayor somnolencia diurna, fatiga y aumento del número de horas de sueño.

    2 Embarazo

    Durante la gestación, se produce un cambio universal en los requerimientos de sueño producido por las alteraciones del sistema hormonal, (principalmente por el aumento de la progesterona), por los cambios fisológicos en el organismo y el cuerpo de la mujer, y por los cambios emocionales. El sueño se empobrece entre otras causas por los síntomas asociados  como: naúseas, vómitos, nicturia, ansiedad, lumbalgia, cefaleas, movimientos fetales, taquicardias, apneas, reflujo gastroesofágico, incomodidad abdominal, alteraciones en la temperatura corporal y calambres musculares.

    Durante el primer trimestre aumenta la necesidad de sueño y descanso. Se siente un cansancio intenso o incluso sensación de agotamiento. Entre otras razones, esto sucede porque la mujer en este trimestre además de desarrollar el feto, necesita generar la placenta que nutrirá al bebé durante el embarazo. También aumenta la demanda de oxígeno, disminuye la presión arterial para irrigar un área de tejido mayor del habitual y la retención de líquidos puede provocar una anemia relativa. Emocionalmente la mujer puede sentir inquietud, cambios en el humor e incomodidad entre otros.

    Durante el segundo trimestre los síntomas mejoran, entre otras cosas porque se han estabilizado los niveles hormonales y se ha formado la placenta. Sin embargo, puede experimentarse interrupción del sueño para miccionar, y comenzar a percibirse las primeras molestias circulatorias o digestivas.

    El tercer trimestre es el periodo de mayor fatiga y cansancio, y por tanto, en el que se experimenta mayor necesidad de sueño. Sin embargo, también es el trimestre de mayor incomodidad y dificultad para descansar, en el que suele existir una deficiente calidad de sueño y una alteración de los patrones de sueño, con disminución del sueño profundo (disminución de ondas lentas) y aumento de despertares nocturnos.

    Entre otras causas, las alteraciones del sueño en este trimestre suceden por la necesidad de micción frecuente, la dificultad para respirar por la comprensión del diafragma, los movimientos fetales, la ansiedad anticipatoria ante el parto, las pesadillas, y el aumento de peso (el bebé aproximadamente pesa 3 kilos; el agua corporal y el líquido amniótico pesan aproximadamente de 6 a 8 kilos; y la placenta y el útero alcanzan aproximadamente unos 2 kilos).

    El Síndrome de Piernas inquietas-SPI es muy frecuente durante el embarazo, principalmente en el tercer trimestre. Los síntomas suelen remitir o desaparecer en las primeras semanas después del parto.

    Suele ser más frecuente a medida que se tienen más embarazos, en mujeres con antecedente familiares de SPI, en mujeres con niveles bajos de hierro, ferritina y ácido fólico, o en mujeres con un mayor consumo de café previo a la gestación.

    Durante el embarazo se recomienda mantener unos horarios regulares, evitar el alcohol, y la ingesta de hipnóticos para favorecer el sueño.

    Es aconsejable seguir una dieta equilibrada, aprender alguna técnica de relajación muscular y practicar de forma regular ejercicio físico que combine acondicionamiento cardiovascular y neuromuscular, siempre con el permiso de su ginecólogo, y preferiblemente siguiendo un programa personalizado al momento en el que se encuentre la gestación, y a las características personales y condición física previa.

    3 Menopausia

    Las alteraciones del sueño son uno de los síntomas principales en la menopausia, y suelen permanecer constantes  lo largo de esta fase de la vida.

    Entre los cambios hormonales que se producen en esta etapa, la disminución de los niveles de estrógenos provoca mayor dificultad tanto para conciliar el sueño como para permanecer dormida.

    Además, los síntomas vasomotores, como los sofocos, la sudoración nocturna y las palpitaciones, provocan despertares frecuentes a lo largo de la noche acompañados de inquietud y un estado de ansiedad.

    La calidad del sueño durante la menopausia suele ser deficiente. En algunos casos, a pesar de haber dormido una cantidad de horas adecuada, el sueño tampoco se siente como reparador.

    En algunos casos, se puede presentar el Síndrome de Apnea-Hipoapnea Obstructiva del Sueño-SAHOS, debido entre otros, al aumento de peso, a los sofocos nocturnos y al aumento de los niveles de colesterol en sangre que se producen durante esta etapa.

    La privación de sueño o bien, el sueño fragmentado en la menopausia, se traduce en fatiga y cansancio diurno, acompañados comúnmente por irritabilidad y cambios bruscos en el humor.

    Es importante también considerar la importancia que en este momento de la vida de la mujer tienen los cambios sociales, sexuales y físicos que experimenta, y que van a afectarla emocional y psicológicamente, dando lugar a estrés, ansiedad, o bien a un estado de ánimo deprimido en esta nueva fase de la vida.

    TRATAMIENTO

    El tratamiento para los trastornos del sueño depende de su causa y de su gravedad. Cuando son consecuencia de otro trastorno psicológico, debe tratarse este último, de forma que suele mejorar también el sueño.

    En otras ocasiones, cuando la causa del trastorno es orgánica, es decir, es una enfermedad física, el tratamiento de primera elección será médico . Sin embargo, tras el diagnóstico  y durante el tratamiento médico, surgirán dificultades psicológicas emocionales, cognitivas y de comportamiento, que es recomendable trabajar con un psicólogo cognitivo-conductual para mejorar tanto la evolución positiva de la enfermedad como su aceptación.

    La terapia psicológica cognitivo-conductual es un tratamiento eficaz y seguro, así como beneficioso, cuando los problemas de sueño afectan a las actividades cotidianas y cuando se han realizado cambios en el comportamiento o en las rutinas de sueño y éstas han sido ineficaces. La terapia cognitivo-conductual para los trastornos del sueño incluye la información y educación del paciente (y de la persona que comparte su sueño), sobre las medidas higiénicas del sueño,  el aprendizaje de las técnicas adecuadas para eliminar la ansiedad asociada, la mejora de la calidad de vida y, en general, todo lo relacionado con los estilos de vida adecuados en relación al sueño.

    Es recomendable evitar tomar fármacos inductores del sueño sin valoración psicológica sanitaria y/o prescripción médica previas. Los hipnóticos (benzodiacepinas, antihistamínicos o sedantes hipnóticos, entre otros), están indicados principalmente para el manejo a corto plazo de los problemas de sueño y su uso debería considerarse sólo cuando otras medidas, como la modificación de rutinas basadas en la higiene del sueño y la terapia psicológica se muestren insuficientes, debido a la magnitud del problema de base. Los hipnóticos son fármacos psicotropos que si no se utilizan adecuadamente generan dependencia, primero psicológica y después física, así como síntomas secundarios a su utilización. Tampoco deberían utilizarse antidepresivos sedantes o antihistamínicos como primera opción de tratamiento para un trastorno del sueño.

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