Trastorno de la personalidad paranoide

Son desconfiados injustificadamente, hipersensibles y tienden a magnificar el significado de los detalles. Asumen que los demás tienen la intención de perjudicarlos o engañarlos.

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    Hipervigilancia, dificultades para desarrollar relaciones estrechas, apariencia de frialdad emocional, autorreferencialidad e introversión.

    D. Freeman, en un estudio que dirigió sobre los patrones de pensamiento paranoide, pone de relieve la alta presencia de pensamientos paranoicos en la población general. Según sugiere Freeman, “no debemos sorprendernos; el miedo a confiar o no en el otro es inherente a toda interacción social, y si estamos más ansiosos, tenemos menor autoestima o nos han ocurrido experiencias negativas con los demás, la frecuencia de estos pensamientos tiende a aumentar”. – Continua Freeman – “también en aquellas situaciones en donde la información a manejar es ambigua, nos sentimos observados y predomina un análisis rápido de la información, es más probable que hagamos interpretaciones con tintes paranoicos”. – Freeman, ademas señala – “que la atención que lo medios dediquen a un fenómeno, puede fomentar los pensamientos paranoicos en la población general, respecto al fenómeno”.

     También, es particularmente común, que después de haber experimentado mucho estrés durante algún periodo o haber sido víctima de un ataque o haber sufrido una perdida reciente, algunas personas se queden altamente sensibilizadas y el pensamiento paranoico pudiera ser la estrategia de afrontamiento que se esté empleando como medida de evitar y no volver a pasar por el sufrimiento experimentado recientemente. De ahí que sea un síntoma habitual en el trastorno de estrés agudo y estrés postraumático.

    También es posible que solo estés basándote en lo que tu experiencia previa te han enseñado. Nuestras experiencias de la vida podrían habernos enseñado a ver una determinada forma de comportamiento como algo sospechoso, incurriendo en lo que se llama el sesgo de la experiencia que consiste en “maximizar el valor de nuestras experiencias al creer en su veracidad por habernos ocurrido, tentando contra la probabilidad real del suceso, haciendo juicios de valor totales cuando la verdadera probabilidad de su nueva ocurrencia es ínfima”. Si nos dejamos llevar por este camino y dejamos que estos pensamientos dirijan nuestras actuaciones, podemos llegar a convertimos en personas desconfiadas, cerradas, y suspicaces que ponen el parche antes de la herida, tornando la existencia en un mundo frío y peligroso, en donde las relaciones personales y de pareja son deficientes e insatisfechas, y en algunos casos, inexistentes al no poder construir relaciones intimas y de confianza.

    Por otro lado, los alucinógenos (LSD, PCP -polvo de angel-, y otras), la cocaína y la metanfetamina, la marihuana y el alcohol pueden alterar los procesos mentales y provocar alucinaciones, agresividad y paranoia. Estimulantes como el Adderall o el Ritalin, o incluso la cafeína en grandes dosis, también pueden generar pensamientos paranoicos, además de problemas para dormir.

    Si hablamos propiamente de la persona con un trastorno de personalidad paranoide, se caracterizaría por una desconfianza y suspicacia generales desde el comienzo de la vida adulta, de forma que las intenciones de los demás son interpretadas como maliciosas, apareciendo en diversos contextos. Estas personas poseen un alto sentido de autonomía, aceptan difícilmente las críticas y frecuentemente culpan a los demás de sus propios errores.

     No es infrecuente que exista asociado un trastorno depresivo mayor y riesgo de desarrollar agorafobia y trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).

     Es importante señalar que se pueden considerar dos tipos de personalidad paranoide: 1) afirmativa y litigante, y 2) sensitiva y sufriente, descrita por Kretchmer (1918), y en la que predominaría la hipersensibilidad, el rencor y el sentimiento de ser tratado desconsideradamente. Esta última modalidad puede remitir parcial o totalmente con tratamiento psicológico cognitivo-conductual.

    Entre los factores desencadenantes del trastorno paranoide de personalidad, podemos destacar la exposición durante la infancia y/o adolescencia a serias frustraciones y humillaciones por parte de sus iguales, o incluso dentro del propio seno familiar. Estas experiencias no permitirían generar vínculos de confianza.

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