Trastorno de la personalidad histriónico
Su conducta es teatral, reactiva y expresada intensamente, con relaciones interpersonales marcadas por la superficialidad, el egocentrismo, la hipocresía y la manipulación.
Superficialidad, volubilidad emocional, victimismo y constante búsqueda de atención y afecto.
La principal característica del trastorno histriónico de personalidad es la emotividad excesiva y generalizada y un comportamiento constante de búsqueda y de reclamo de atención. Su comportamiento y expresividad se caracterizan por el dramatismo y la sobreactuación, llegando a usar estrategias como la seducción o el victimismo. La atención de la persona con este tipo de trastorno de personalidad, está en gran parte orientada a evaluar si los demás le prestan atención.
Su estado de ánimo suele fluctuar muy rápidamente de una emoción a otra debido a su inestabilidad emocional, su hipersensibilidad a las críticas, su baja tolerancia a la frustración y su gran susceptibilidad. Suelen irritarse o enfadarse cuando no son ellos el centro de atención. Además, suelen culpar a los demás de sus propios fracasos o desengaños. Cuando sufren episodios de emotividad intensa, suelen perder el control.
Sin ser conscientes, sus relaciones sociales se basan en una teatralidad exagerada. No suelen tener amigos íntimos, aunque si una gran cantidad de conocidos. Sin embargo consideran sus relaciones más íntimas de lo que en realidad lo son. Pueden ser calculadores y estudiar a aquellos que se encuentran a su alrededor con el objetivo de buscar la forma de obtener su atención, y para ello no dudan en ser competitivos y creativos. Su estilo de comportamiento es voluble, de acuerdo con las circunstancias, por lo que adecuan su actitud y carácter en función de la situación, las expectativas del receptor, el ambiente… sin embargo, muestran una falta de empatía sobre los otros.
En ocasiones, actúan con un comportamiento sexualmente provocativo o mostrándose como personas cálidas y seductoras con el fin de lograr atención, pero emitiendo señales equívocas que dan pie a malentendidos.
Las personas con este tipo de trastorno inhiben el procesamiento de la información para contener emociones muy intensas, que no logran gestionar de otra manera (“la belle indifférence”).
Estas personas no se preguntan: “qué hice yo para que me pase esto”. También es aplicable al caso contrario “qué no hice para que me pase esto”. Son personas que pasan por la vida como si nada los tocara, como si pobres ellas, cayeran como por casualidad una y otra vez en el mismo lugar, sin tener ningún tipo de responsabilidad. Son víctimas de la indiferencia de los otros, pero claro, no saben por qué les pasa esto. En otros casos, empujan para que otro se comporte de una forma determinada y después no entienden el por qué de la reacción del otro si no es eso lo que ellos pedían. También pueden presentan síntomas clínicos neurológicos funcionales (síntomas somáticos) que, tras una entrevista clínica y una exploración superficial, pueden llevar a que un médico realice un diagnóstico clínico sin pedir pruebas diagnósticas de imagen posteriores. Sin embargo, si estas imágenes neurológicas se llegan a realizar, por ejemplo para determinar el alcance de una lesión, los médicos observan con incredulidad que no existe ningún daño físico que explique la ocurrencia de los síntomas que muestra el paciente.
Escuchamos muchas veces esta suerte de discurso en el que la persona se muestra como alguien que ha sacrificado todo por el otro, hasta que ha dado desinteresadamente y después no entiende por qué se le “paga” de esta manera. Con este discurso se le echa la culpa a los demás por los propios infortunios, responsabilizando a los otros por lo acontecido. Este discurso muchas veces va acompañado por un fuerte sentimiento de agravio y se espera entonces compensación como esta frase que suele escucharse “yo que le he dado todo y ahora me viene a pagar de esta manera”.
Por tanto, la bella indiferencia, correspondería a una insensibilidad afectiva por incapacidad de emocionarse, desinterés y descuido frente a los eventos, sus déficits y aún a la sucesiva falta de consideración por los otros.